2008-12-04

Implacables pero ineptos

Por Antonio Oruño



Señoras, señores: tenemos un consenso. Entre la nueva crítica literaria mexicana, el consenso es que la nueva narrativa mexicana es zonza, menor, inmunda o, cuando menos, pérfida.

Vaya: quizá esa dichosa “nueva narrativa” merece que la vapuleen. Sí: sobran autores jóvenes que combinan superficialidad con idiotez, limitaciones verbales con ambiciones de bestseller, arrogancia con mala precocidad. Sí: al menos entre los nacidos en los setenta y ochenta, escasean las obras de valor. Se exaltan tradiciones desechables, se esgrimen referentes sobreuntados de pop, se proclaman estéticas carcomidas o procedimientos francamente simplones. No parece haber en el tablero muchos asaltos al lenguaje, muchas reinvenciones de la expresividad, muchos genios retóricos.

Pero excepciones existen. Yo incluiría textos variopintos de setenteros como David Miklos, Guadalupe Nettel, Alain Paul Mallard, Emiliano Monge, Heriberto Yépez, Yuri Herrera, Nicolás Cabral o Vivian Abenshushan entre lo más interesante que ha producido la narrativa mexicana en años recientes. Y hay más nombres citables.

Ahora bien: ¿qué es lo que pasa por la cabeza de los nuevos críticos? ¿Se justifica el discurso inquisitorial que manda a todos los narradores jóvenes al bote de la basura? No: basta hojear cualquier revista cultural para darse cuenta que el problema son los propios críticos. Veamos: para empezar, la reseñita rabona (que no la crítica de largo aliento) es el género favorito de las revistas. La publicación de trabajos de creación se ha extinguido y dominan el panorama los “análisis” de dos mil caracteres con chisguetito de veneno incluido. Cualquier asno con un par de autores checos a medio digerir en el cerebro emite dictámenes de desprecio con una suficiencia que ya quisiera el Papa para una Misa de Gallo.

Pero eso sí: ¿dónde están los estudios a fondo, las subversiones de las artes desde las ciencias sociales, la relectura y refutación de tal o cual canon, la renovación del lenguaje desde la teoría? No: eso no está en las revistas ni en la mesa de discusión. Porque no hay un solo neocrítico con obra seria publicada, ninguno que haya emprendido un trabajo más complejo que reunir una colección de reseñitas y hacerla pasar por libro.

¿Tenemos una narrativa joven de segunda? Pues quien lo sostiene es una crítica joven de tercera.

1 comentarios:

Patricia Torres dijo...

Uff, duro ahí. Pues si, pertenecemos a la "generación de crítica de tercera y narrativa de segunda", pero no todo esta perdido, hay todavía los que logran detectarlo y los que de vez en vez nos sorprenden con una nueva y no vacía narrativa. Tal es el caso de Xitlali Rivero y su Matilda, por mencionar un ejemplo.

Y a mi parecer esto es solo la consecuencia del estilo de vida rápido y fácil que llevamos. El acceso pronto a todo tipo de información. ¿Y por que voy yo a leer a tal o cual si en cuestión de segundos la wiki me da un resumen de su obra que me permite tener una "opinión" al respecto?

Cada vez más acelerados, pero con un proceso mental más lento.