2007-07-28

El PRI en BC: El Camino Fácil

En menos de un mes, Baja California celebrará elecciones para renovar la gubernatura, alcaldías y el Congreso estatal. Desde la elección de Ernesto Ruffo Appel en 1989, en la que por primera vez la gubernatura de un Estado en México era ganada por un candidato no postulado por el PRI, Baja California captó la atención del País entero y del extranjero, los cuales identificaron a la entidad como una de las más vanguardistas de la política mexicana.

Desde entonces para el PRI, Baja California se convirtió en una pesadilla elección tras elección durante alrededor de quince años, hasta que en el año 2004 recuperaron, ayudados por circunstancias favorables muy peculiares (un enorme abstencionismo y un pobre proceso de selección de candidatos por parte del PAN), las alcaldías de Tijuana y Mexicali.

En ese proceso, sin duda, fue la postulación y victoria de Jorge Hank Rhon a la Alcaldía de Tijuana el suceso que dominó el escenario pre y pos-electoral. En este 2007, una vez más es la postulación de Hank Rhon, ahora a la gubernatura del Estado por parte del PRI, el tema dominante en el panorama electoral.

Por primera vez en 18 años, el PRI cuenta con una posibilidad real de contender por la gubernatura con un abanderado ante cuya participación en el proceso electoral es difícil mantenerse indiferente. Su internacionalmente conocida reputación (esto no es una exageración) como un hombre excéntrico y desenfrenado, al igual que los constantes señalamientos acerca de su involucramiento con el crimen organizado y las investigaciones abiertas en su contra por parte de autoridades y agencias mexicanas y de los Estados Unidos, han hecho de Jorge Hank Rhon uno de los personajes más polémicos de Baja California desde décadas atrás.

Al cumplir 18 años en el poder estatal, el PAN enfrenta el desgaste político natural que los años en el poder cobran, esto a pesar de que resulta difícil construir un argumento sólido en contra de un balance positivo (no ideal, o sin sus claroscuros) en la experiencia panista de Baja California.
El Estado es hoy uno de los líderes indiscutibles en términos de crecimiento económico, creación de empleos y recepción de inversión extranjera del País.

Si bien esto no es atribuible únicamente a la presencia del PAN en el poder (existen otros factores a considerar), sí habla de por lo menos una administración pública dinámica y prudente. Este desgaste y la aparición de un personaje como Hank en escena, le han brindado al PRI un contexto que le genera esperanza.

El ambiente electoral que se está gestando en Baja California provee una gran serie de temas, interrogantes y fenómenos de sumo interés. Quizá uno de los elementos más interesantes a resaltar del proceso electoral es la paradoja en la que se encuentra el PRI, o más bien en la que se ha metido y de la cual aparentemente no se ha percatado. Aun cuando llegase a ganar Hank Rhon la elección, el PRI PIERDE.

La visión a corto plazo del priismo bajacaliforniano no le permite darse cuenta que un triunfo en la elección para gobernador de Hank Rhon es perjudicial a mediano y largo plazo, y muy probablemente sentenciaría su futuro para dentro de seis años. A nivel nacional, una victoria de Hank Rhon conllevaría para el PRI una carga más negativa que lo positivo que puede brindarle el recuperar una gubernatura en un Estado perdido desde hace mucho tiempo.

El apellido Hank implica una muy fuerte carga política a nivel nacional, pero una carga en su mayoría percibida como negativa, ya que muy pocos apellidos como éste están tan estrechamente ligados a las viejas formas, abusos y vicios del antiguo sistema.

El PRI no estaría construyendo algo sólido, algo en base a principios y visión moderna de gobierno, sino más bien estaría construyendo sobre terreno pantanoso, que busca ganar el poder por el poder mismo (frase muy trillada, pero totalmente aplicable en este caso) apoyándose en los inagotables recursos de Hank Rhon, y en una triste y frívola reputación que por motivos difícilmente entendibles, provoca una cierta popularidad que raya en lo surreal y para la cual la lógica y el sentido común son ajenos.

El pasado, reputación y ahora comprobada gris eficiencia como alcalde de Tijuana importan poco cuando lo importante es recuperar la gubernatura a cualquier precio. Ésa es una manera torpe de recuperar el poder, ya que a la larga esa “estrategia” resulta contraproducente. Son exactamente las decisiones a corto plazo de escasa visión política y el empecinamiento en las viejas formas lo que ha poco a poco, durante los últimos 20 años hundido al PRI. Por ejemplo, ¿no es acaso la ilógica postulación y posterior derrota de Roberto Madrazo a la Presidencia de la República, el mejor ejemplo de la incapacidad del PRI para reinventarse?

No es un secreto para nadie que el PRI cuenta hoy por hoy con la imagen más deteriorada de cualquier partido político de México. Esto no es una opinión, es una realidad evidente y consistente en la gran mayoría de las encuestas y estudios de imagen partidista, tanto en los niveles regional como nacional.

A finales del 2006, la firma Consulta Mitofsky dio a conocer su encuesta nacional sobre posicionamiento y valor de los partidos políticos. En ella el PRI fue por mucho percibido por la población como el partido más relacionado con atributos negativos. Algunos de ellos fueron: El engaño, con el 38.7% de las menciones para el PRI (PAN 21.4%, PRD 22.2), la ambición con el 35.3% (PAN 21.2, PRD 27.3), y la corrupción con el 43.2% (PAN 16.9%, PRD 17.5%). Entonces, ¿por qué seleccionar (o imponer) a candidatos cuya imagen pública resume justamente esos atributos?

Una de las estrategias de campaña del PRI en Baja California es propagar lo más posible la idea de que la elección ya está resuelta o negociada a favor de su candidato, ya que con su dinero y poder “el” siempre consigue lo que quiere, siguiendo o no las reglas, por las buenas o por las malas.

En muchas ocasiones no se ofrece una explicación de cómo es exactamente que este dinero y poder serán utilizados. La estrategia ha tenido algo de éxito, su objetivo es imprimir en la mente del electorado la inevitabilidad del hecho. Sin embargo, un análisis más a fondo de las tendencias y encuestas recientes sugieren que la realidad aparentemente es otra.

Baja California sigue tendiendo en su mayoría a inclinarse por el PAN, la elección federal del 2006 es la mejor prueba de ello. Sin embargo esta inclinación no es lo suficientemente sólida para encontrarse a prueba de cualquier evento, como la elección estatal del 2004 lo demostró. En la medida que el PAN comprenda que está ante un proceso electoral de características extraordinarias y únicas, para el cual las reglas y patrones comunes no se ajustan, tendrá probablemente éxito.

Por su parte el PRI, desde hace tres años (después del triunfo en Tijuana) decidió el camino que quería seguir y no hubo ni hay quién lo hiciera pensar dos veces.


El presente artículo es un fragmento, adaptado y editado por el autor, tomado de un ensayo escrito por él mismo para la Universidad del Sur de California.

Héctor Manuel Lucero conduce investigación para la Universidad del Sur de California desde el 2000.

Aparecido en La Crónica de Baja California, el 12 de Julio de 2007.

1 comentarios:

lulys dijo...

eso es verdad, pero la realidad esk por un buen tiempo la corrupcion sera desatada por este candidato, ademas de k todo los candidatos son un asko y una burla hacia la credibilidad de cualkier partido...