2008-04-16

¿Por qué nos hemos vuelto emos?

Las recientes trifulcas en torno a los emos nacionales piden pensar en esta tribu urbana, la primera identidad juvenil totalmente despolitizada.

En algo aciertan sus críticos: los emos emulan (de modo light) a darks y punks. No han creado una propia forma. ¿Su ideario? Ser emocionales. Aunque su look es variable (y oscuro), los pantalones entallados son símbolo suyo y el punk rock, su soundtrack. La moda emo es global.

Las culturas juveniles son reactivas. Son brotes de repudio a la opresión heredada. Y loa pasional. Los emos, no obstante, se distinguen de previos clanes en que no desean revolucionar al mundo. Abiertamente lo declaran: sólo desean melodramatizarlo.

Los emos son la primera contracultura cute. Lo nice y cute son categorías estéticas de la sociedad de consumo para halagar lo sanforizado. Lo gnomo-bonito. ¿Lo emo? Ser sentimental. Ser la flower sin el power.

El ethos emo festeja lo depresivo. Se trata de un estado mental en que los jóvenes se victimizan, se sienten incomprendidos y hacen del chantaje emocional y el patetismo exhibicionista sus lemas vitales. Aunque suene cruel, los emos son el combo completo de clichés romanticones. Solaz escena del sentimentalismo crucificado.

Toda identidad personal es una coartada colectiva.

¿Qué hay detrás de lo emo? Se trata de una manifestación psicohistórica, cuyas motivaciones son tanto personales como políticas.

Los emos aparecieron (para mostrar su miseria y desamor) como una subcultura sin protesta política, al contrario de otras identidades, que han nacido como una lucha social.

La adolescencia evidencia cómo se construye una cultura. La que originó a los emos y que ellos llevan hasta sus límites histriónico-afectivos consiste en el conformismo de un todo-social que sabemos injusto y que, sin embargo, los emos (y sus demiurgos) alegan no son corresponsables. Sólo son víctimas; literalmente, lo emo es lo más adolescente.

El alma emo emana cuando retiramos nuestra agencia. Cuando a la realidad restamos nuestra actividad. El emo se siente aislado de todo, “solo”; fantaseando que no tiene enlace alguno con nada —excepto otros millones de emo-mónadas— se justifica que no puede hacer nada.

Al refugiarte en la tristeza impides que tu energía descontenta se convierta en enojo o, más hondo, en dolor intenso. La tristeza te sirve para sabotear que tu energía crezca. Cuando la tristeza se vuelve status quo, entonces viene la depre: la energía acumulada que usas para aporrearte a ti mismo, para así no sacarla contra el mundo en el que te mantienes cómodamente infeliz.

Los emos son los rebeldes sin fuerzas. Y es que justo en el momento en que se necesitaría que las nuevas generaciones dieran el golpe letal al sistema moderno, los emos —qué casualidad— juegan a hacerse los muertos.


heribertoyepez@gmail.com

Heriberto Yépez

2008-04-15

Baja Prog 2008: una crónica progresiva

Alonso Arreola
alarreo@yahoo.com

Baja Prog 2008: una crónica progresiva (I DE II)

Hace dos semanas terminó la decimosegunda edición del Festival Baja Prog que cada año se realiza en Mexicali, Baja California. Como adivinará el lector, tal espacio está dedicado principalmente al rock “progresivo”, un género que ha cambiado de sentido y significado a lo largo de casi cuatro décadas, y que aún mantiene en vilo a miles de melómanos interesados en la plasticidad de los teclados, el concepto detrás de una portada extravagante o la novedad tecnológica de algún instrumento.

Originalmente llamado art rock, el progresivo supuso en Europa –principalmente entre ingleses e italianos– la unión de los conocimientos académicos provenientes de la herencia clásica con los de la electrificación popular exhibidos por el rock, el jazz y la world music, algo que, siempre en sentido contrario a los estándares comerciales, rápidamente se hermanó con aquella corriente conocida como “rock en oposición”, pues ambas presentaban piezas de larga e intelectualizada digestión, lo que no acobardó a quienes buscaban el riesgo por encima del entretenimiento.

Casi siempre marginada “al culto”, el lento –y progresivo– encuentro de sus aliados ha ayudado a la permanencia de esta música, tanto como a la calidad de exponentes históricos que pudieron dar el brinco al pop para no quedarse en las aguas de la heterodoxia. De Pink Floyd al Captain Beefheart, pasando por Soft Machine, Rush, Genesis, Camel, The Who, Yes, Jethro Tull, Caravan, Can, Emerson, Lake & Palmer, King Crimson o Frank Zappa, y de ellos a otros muchos exponentes más o menos nuevos como Dream Theater, The Battles, The Mars Volta, Porcupine Tree u Opeth, las ramificaciones y flexibilidad de sus discursos ha sido tan positiva que sigue haciendo eco en foros especializados de los cinco continentes.


Lupita Acuna,
vocalista de Cast

Tal es el caso del expansivo Baja Prog nacido en el salón de un hotel con tres grupos autogestivos (uno mexicano, el otro de Argentina y el último estadunidense), festejo que hoy es considerado fundamental para América Latina y que parece observado por la comunidad progresiva mundial. Desarrollado en cuatro días y medio de conciertos en dos distintos foros (el Hotel Araiza y el Teatro del Estado), del día 26 al 29 de marzo pasados sonaron diecisiete bandas provenientes de México (Cast, Laba), Japón (Djamra, Quikion+Lithuma Qnombus), España (Omni), Chile (Octopus, Entrance, Platurno), Argentina (2112), Italia (Le Orme, New Trolls, Alex Carpani Band+Tony Spada), Ecuador (Ánima Inside), Suiza (Prisma), Inglaterra (Circa), Polonia (Riverside) y Estados Unidos (Rocket Scientist). El balance final, según nuestra muy cercana experiencia, resultó positivo y energizante.

Presenciando especialmente el desempeño de bandas como la chilena Octopus, la japonesa Djamra o la cachanilla Cast (oriunda de Mexicali), lo que más llamó nuestra atención fue el nivel organizativo y logístico que supone tal esfuerzo, así como el ambiente que entre puestos de discos, libros y artesanías se generó con tan especiales escuchas. Y es que por encima del esnobismo que suele infectar estos eventos, el Baja Prog sabe cuidar el estatus de la música para que sea ésta la que permanezca al centro de todo y de todos.

Palabras más palabras menos, así se definen ellos en internet (www.bajaprog.org): el Baja Prog es un festival de art rock internacional de cuatro días, con cerca de veinte bandas de rock progresivo, en donde los fans y los músicos se reúnen conectando sus distintos países para intercambiar ideas y crear relaciones. Se ubica justo en la frontera con Estados Unidos; por ello anualmente se ve nutrido con una numerosa comunidad de mexicanos y extranjeros en cuyas lenguas se confunden las palabras beer y pistear, lo mismo que money y feria.

Poseedores de la mejor comida china del país, todos los de Chicali parecen estar enterados de la existencia y perfil del Baja Prog, lo que sorprende día a día, pues incluso en estaciones radiales destinadas al llamado Top 40 es posible encontrar programas permanentes de música progresiva que durante el festival aumentan su fuerza y sintonía. Igualmente, no faltan las mujeres y niños que, contra todo prejuicio, acompañan a sus parejas o padres en la búsqueda de una diversión auténticamente compartida.

Será en nuestra siguiente entrega cuando hablaremos puntualmente de algunos músicos notables que conocimos, entre los que se hallan los integrantes de Octopus, el quinteto de Djamra, el fundador del festival Alfonso Vidales (tecladista) y, por supuesto, don Gilberto Waca Monreal, personaje fundacional para el rock de Mexicali.

Tomado de: La Jornada.

2008-04-01

Experimento de pensamiento

The Stanford Encyclopedia of Philosophy describes her thought experiment as follows:

Judith Jarvis Thomson provided one of the most striking and effective thought experiments in the moral realm. Her example is aimed at a popular anti-abortion argument that goes something like this: The fetus is an innocent person with a right to life. Abortion results in the death of a fetus. Therefore, abortion is morally wrong. In her thought experiment we are asked to imagine a famous violinist falling into a coma. The society of music lovers determines from medical records that you and you alone can save the violinist's life by being hooked up to him for nine months. The music lovers break into your home while you are asleep and hook the unconscious (and unknowing, hence innocent) violinist to you. You may want to unhook him, but you are then faced with this argument put forward by the music lovers: The violinist is an innocent person with a right to life. Unhooking him will result in his death. Therefore, unhooking him is morally wrong.

However, the argument does not seem convincing in this case. You would be very generous to remain attached and in bed for nine months, but you are not morally obliged to do so. The parallel with the abortion case is evident. The thought experiment is effective in distinguishing two concepts that had previously been run together: “right to life” and “right to what is needed to sustain life.” The fetus and the violinist may each have the former, but it is not evident that either has the latter. The upshot is that even if the fetus has a right to life (which Thompson does not believe but allows for the sake of the argument), it may still be morally permissible to abort. Theorizing about thought experiments usually turns on the details or the patterns of specific cases.


Tomado de Wikipedia.